sexta-feira, 25 de dezembro de 2009

18.ª «¡FELIZ NAVIDAD MORISCA!», 21 DE DEZEMBRO DE 2009

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¡Al fin, qué alegría, ya llega el Día de los Libertadores de Al-Andalus! ¡Feliz Navidad Morisca! Uno de entre nosotros, Fernando de Válor y Córdoba, mudando su feo nombre por el mejor, Muhammad Aben Humeya, se sacrificó por todos, triunfando en la REVOLUCION GLORIOSA DE LA NOCHE DEL VENTICUATRO AL VENTICINCO DE DICIEMBRE DE 1568, para que los andalusíes tengamos conciencia de nuestra Herencia cultural milenaria y no perdamos lo que un día nos devolverá la paz y prosperidad de antaño. Nuestro héroe borró de nuestras mentes un infernal mundo de pesadilla. Imaginaos un tiempo en el que nuestro Pueblo sufría tantas o más penalidades que el Pueblo Saharaui, por la noche frío, por el día hambre, impidiéndonos al igual que hacen también los sionistas con los palestinos, viajar por los caminos para ver a nuestras familias, podernos ganar de modo honrado el pan. Incitan a las mujeres a acusar en los “confesionarios” contra sus maridos, a los que invitan a amargar la vida y reprimir su sexualidad. Los “hombres del saco” o “sacamantecas”, colaboracionistas del terrorismo inquisitorial, ofreciendo sus tocinos asquerosos a los niños, para que al no poder fingir las arcadas, delatasen a su gente. Sin embargo aquél insigne titán de Al-Andalus trajo para todos los más hermosos regalos ese día y el mayor, la Libertad. No fueron sueños ni utopías, se encarnó la belleza en tiempo y lugar: Al-Andalusia libre e independiente. Esos antepasados nuestros andaluces nos devolvieron la Esperanza.

Comerciantes que viajarán hacia China y la India trayéndonos con su esfuerzo la riqueza para todos. Las ciudades y los pueblos se llenaran de talleres que elaborarán de nuevo preciados tejidos bordados, tapices o alfombras; alfareros amasaran bellas piezas; artesanos manufacturarán sus objetos de mimbre, de junco, de esparto…; preciosas obras de cobre, de bronce, de plata, de oro, hallarán quien las valore en lugares remotos; los orfebres diseñarán sus filigranas; los ebanistas tallarán maderas preciosas; los alarifes nos devolverán el buen gusto perdido con sus yeseros, alicatadores y marmolistas. Los hijos del exilio andalusi no morirán ya nunca lejos del Hogar de sus antepasados. La Cultura del Agua en movimiento devolverá la vida a las tierras yermas, con sus acequias, aljibes, norias… Jardines, vergeles, almunias, huertas, derramarán por los campos su fragancia y saborearemos los frutos más delicados, entre parejas que en vez de fustigarse con sandeces de “pecado” y de “culpa” se amarán en ardorosos éxtasis, recitándose sensuales poemas, sin quedar jamás exhaustos. El rey de los andalusíes tuvo una Nochebuena ese sueño y lo hizo realidad tres años, derrotando uno tras otro a ejércitos imperiales que jamás habían conocido la derrota. Tuvo que intervenir el hermano bastardo del fanático tirano Felipe, masacrando mujeres, niños y ancianos, abrasándoles vivos en los templos y cuevas donde se habían refugiado; pero la ceniza y la sangre se hace fértil limo que nos catapulta hacia el porvenir.

En absoluto debe embargarnos el dolor en este día, una gran parte de la Andalucía actual fue liberada del Terror de la “inquisición” -esa policía religiosa católica romana que torturaba y quemaba viva a la gente-, demostramos al mundo que aplastar, aunque fuera un instante maravilloso, al oscurantismo de los déspotas, ES POSIBLE. Flandes, las hoy prósperas Holanda, Bélgica y Luxemburgo, seguirían nuestro ejemplo. Por eso nuestro agradecimiento puede conocer límites. Nos devolvió el compañero Aben Humeya la Esperanza en esa madrugada del 25 de diciembre, sin duda el Día más grande y precioso de las Andalucías, también las del exilio económico y político, despedazando nuestros territorios naturales del Alentejo portugués, Badajoz, el valle de Alcudia y Gibraltar, las de Catalunya, Euskal Herría, Madrid, Latinoamérica, Europa… Igual que el cinismo nacional-católico carece de escrúpulo en festejar alegremente entre los descendientes de sus víctimas arruinadas por su política criminal de usurpaciones y de expolios, no sólo bancarios, ha llegado el momento de recordar que la zambomba, pandereta, villancicos, alfajores, turrones y un sin número de artículos navideños tienen su origen en Al-Andalus. Y que igual que se daña la salud de los ancianos y los niños con “mantecados” (hechos del tóxico sebo de cerdo), pueden hacerse de harina de mijo o integral, con miel y productos naturales.

¡Qué feos quedan esos “papanoeles” extranjeros colgados por los balcones con el mono rojo de la coca-cola! Con dos retales mal cosidos se les puede vestir con chilabilla y el gorro ser sustituido por un turbante con un simple trapo reliado. Conmemoramos así que aquellos andalusíes que lucharon por nuestra Libertad -no hay Don tan hermoso- nos trajeron alimentos y regalos para que no pereciéramos a los pies de aquellos verdugos barrigones, dándoselas de cristiano-viejos, que se estaban cebando a costa nuestra. ¿Y qué decir de esos horrorosos árboles de plástico que adornan los salones pequeño-burgueses? ¿No es mucho más bonito adquirir un esqueje de acebuche en un vivero y pasadas las fiestas plantarlo en Primavera? Recordamos de esta forma a los valerosos andalusíes que ante el Olivo Sagrado de Narila, en la Alpujarra, juraron luchar hasta el final por la Libertad. ¿Por qué arrojar a la basura esos belenes si ya estamos hartos de tanta hìpocresía y avaricia de los mismos jetas clerical-fascistas de siempre? Observemos que todas esas figurillas, vestimentas, camellos… ¡son moros! Basta con colocar a todos dirigiéndose hacia el Portal de la Casa de Juntas del Rey Aben Humeya, para que hagamos un “belén”(del término árabe “betlehem”) por fin auténtico, mientras explicamos a nuestros hijos quienes fueron los verdaderos “ponciopilatos”, judas y mercenarios. ¡Y esas canciones navideñas tan cursis! ¿No están pidiendo a gritos unas adaptaciones que les devuelvan su genuino espíritu? Por ejemplo, en vez de: “Por el camino que lleva a Belén”, modificar la letra por “el camino que lleva a Laujar”, dejando, claro, aquello de “los pastorcillos quieren ver a su Rey”; o la nueva versión remasterizada de: “Pero mira como beben los peces en el río, alabando a Muhammad y diciendo Allahu Akbar”… Ah, ¡qué tiernas “florecilias” invernales que a buen seguro harán las delicias de tantos curánganos, pagados con nuestros impuestos, dándoles igual a nuestros “aconfesionales” gobernantes si comulgamos con sus ruedas de molino o no! ¡Esos mismos desaprensivos a los que les importa un bledo que las madres del Sahara o Al-Andalus mueran, Madres de la Humanidad, en la miseria y el olvido!

Nos da igual que muchos prefieran atontarse ante una pantallita de televisión o las prensas locales del “movimiento” peneuvista del BBVA, para ahondar el foso amamantando la “españacañí”; mientras otros hacen el agosto por navidad o engordan a su costa, desde la Gran Nochebuena de nuestra Liberación el 24 de Diciembre, hasta el 7 de Diciembre, recuerdo de los tres últimos reyes andalusíes, Boabdil, Aben Humeya y Aben Abú, jolgorio a tope, al menos conseguiremos que su criminal proyecto genocida, desculturizándonos y anulándonos por métodos modernos, comience estrepitosamente a fracasar y lejos, muy lejos, de su repugnante culto a la existencia concebida como “valle de lágrimas”, aguardamos nuestro próximo y más esplendoroso aún que antaño… RENACIMIENTO ANDALUSI.

Por eso, hermanos, compañeros y amigos, no os cortéis un pelo ante los que carecen de vergüenza y proclamemos en alta voz: ¡FELIZ NAVIDAD MORISCA! ¡VIVA EL 25 DE DICIEMBRE, DIA DE LOS LIBERTADORES DE AL-ANDALUSIA!



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